jueves, 1 de septiembre de 2011

Lacélula reloaded


Volvemos y nos disponemos a afrontar el otoño con fuerzas renovadas, aunque aún conservemos el recuerdo en nuestra retina del mar y el verde. Sí, nos hemos escapado lejos de la ciudad en la medida que hemos podido para regresar con la mente clara y un poco menos de contaminación en los pulmones.

Del verano, nos quedamos como todos con la libertad de los horarios y el viaje pero también con las lecciones que nos deja esta pausa. Primero, recordar que pueden existir otros tiempos, otros ritmos vitales. Lo notamos en las vacaciones y regresamos al trabajo como a las galeras porque no sólo perdemos el descanso sino que recuperamos un ritmo que a duras penas conseguimos mantener. Luchemos por ser eficientes en horarios de trabajo razonables y seremos una sociedad más sana. Nosotros al menos así lo entendemos y estamos trabajando por adaptar esta visión a nuestro propio proyecto empresarial, tarea nada sencilla pero creemos que posible.

Segundo, existe un mundo fuera de la ciudad. Los habitantes del asfalto vivimos lejos de la naturaleza y esa distancia no contribuye a que apreciemos bien cuánto dependemos de ella. Lección para el invierno: tener presente toda la belleza de nuestros viajes y proteger con nuestros hábitos y nuestros trabajos el mundo que conocemos. Si queremos  regresar a un mar limpio, disfrutar del frescor y el silencio del bosque de nuestra infancia o conocer el exotismo de lugares  y gentes lejanos, tengamos presente que necesitan que compremos con juicio y usemos los recursos con cuidado.

Además, en vacaciones se hace más patente el olvido que vive el mundo rural. El verano de alguno de nosotros nos reafirma en esta idea: vivimos de espaldas al campo y, con ello, además de menospreciar el lugar de origen de muchas de las cosas que nos resultan imprescindibles en nuestro día a día, estamos perdiendo modos de hacer y de vivir que será difícil que permanezcan. Se sabe poco de estos esfuerzos pero cada día es más crítica la labor de todas aquellas personas e iniciativas que luchan porque esto no suceda abriendo nuevos caminos de la ciudad al campo y del campo a la ciudad. Merecen todo nuestro apoyo.

Finalmente, los más afortunados encuentran en sus vacaciones una nueva inspiración y la voluntad de regresar para realizar cambios. Esa es la energía que necesita esta sociedad agotada por la crisis y la complejidad de los problemas. Desde aquí una invitación a imaginar y avanzar lejos del miedo. Reinventemos lo que ha dejado de funcionar y tengamos el arrojo de creer que pueden existir alternativas a las estructuras y tecnologías que usamos,  y a las formas de trabajar, prosperar y vivir que conocemos.

Feliz regreso al trabajo.

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